El paisaje

El sol reverbera quemándonos.
Adentrándose en la piel.
Tú ya no eres tú.
Te desdibujas delante de mis ojos.
Yo dejo de ser yo.
No somos más que un montoncito de nada.
Dos extrañas siluetas
que el sol quiere fundir
en el paisaje.


Balada para un suicida


                                            A Raúl, bailando entre silencios.



Hay palabras que acribillan el aire
y nos caen al fondo como pedradas.
La noticia de tu muerte, por ejemplo,
me dejó sin aliento.

¿Cómo está eso que te fuiste a bailar tu último acto
sin antes avisarnos?

¡Qué delgada es la línea que corta en dos, de cuajo,
los reinos del soy y del ya no soy definitivo!
Todavía te sueño ataviado como Nijinski
haciendo giros en la escena.

Y en uno de esos saltos empinados
te adentraste en ese mundo silencioso
arrastrando torres y canciones.

Tú y tus prisas, Raúl.
¿Acaso se te hizo tan difícil escribir por ejemplo:
“Me voy al Paraíso. Ya regreso”?

California / Exilio Agosto 18 del 2009



Los recuerdos

                                          A Orlando Ferrand, hermano.

Los recuerdos.
Esos retazos de la memoria hecha añicos
nos constituyen.

Nos recuerdan
-valga la redundancia-
a ese ser que fuimos
o que quisimos ser
y no pudimos.

Los recuerdos no sólo se asientan
en un oscuro rincón de la memoria,
sino que se pliegan a veces a las canciones,
a un viejo mueble o a un juguete olvidado.

Y los más atrevidos
se esconden en las páginas de un libro
y nos lanzan piedras
desde el fondo.


© René Dayre Abella

Biografía