FEMONOE (hexámetros)



    ¡Ah, Femonoe, primer Pitonisa de Delfos, los dioses
No te entregaron el metro sagrado y excelso que habían
Todos de acuerdo creado y tenido hasta entonces oculto;
Y alta tu voz en el trípode, ya tu cabello erizado,
Ya con espuma en la boca, dijiste el oráculo cierto!
Tú revelaste el olímpico Hexámetro al Vate elegido,
Y él con el metro infinito midió la estatura del hombre.
Eran los tiempos augustos que ahora retornan y canto.
Nuevos oráculos dicen los délficos vientos que soplan,
Y oigo tu voz, Femonoe, primer Pitonisa del mundo
Y última Musa que habrá de cantar cuando todas se callen.
Puras y hermosas, las nueve doncellas hermanas, desnudas,
Danzan al son del Hexámetro, vuelven al coro secreto.
Visten la túnica intacta y con verdes e incólumes Lauros
Ciñen sus sienes, levantan del polvo la homérica lira,
Y unen sus voces cual perlas que ensarta el collar de la Aurora.
¡Ah, Femonoe, primer Pitonisa de Delfos, los dioses
Nunca nos niegan su ayuda si ayuda a los dioses pedimos!
!Y hoy que en el único Dios por Jesús esos dioses se hermanan,
Y hoy que la lira de Apolo en la Cruz purifica sus cuerdas.
Último oráculo délfico, Alfa y Omega del mundo,
Da, Femonoe, de nuevo, el Hexámetro excelso a los hombres!
EL OLIVO

    Cuando era niño, de los montes traje
el hueso, fósil ya, de una aceituna:
aquella noche se llenó la luna
y un ruiseñor trinaba entre el follaje.

    Yo no tenía ni una flor sencilla.
Vivía en al ciudad, y era poeta.
Y enterré el huesecillo en mi maceta;
pero no germinaba la semilla.

    La maceta en el cuarto de mis juegos
era un juguete más: un sueño vano.
En ella puso lo mejor mi mano.
La regaron con lágrimas mis ruegos.

   Hasta que un día desperté del todo;
cerré mi cuarto con adulta llave,
y al mundo me asomé como quien sabe
que vivir es jugar del mismo modo.

    En el cuarto quedose la maceta
que no me quiso dar ni flor ni fruto.
Después gocé y sufrí cada minuto,
sin olvidar al niño ni al poeta.

    Llegó la noche al fin: todo el espanto
del mundo en mí dejó profunda marca,
y yo, como Noé, mas con mi barca,
viajé cuarenta noches por el llanto.

   Parece el mundo grande, y es tan chico
como este cuarto al que jamás se asoma.
Siempre que eché a volar una paloma,
volvió con hojas verdes en el pico.

    Cierta vez, casualmente, vi que el ave
se entró en la habitación por una grieta
que había en la pared: puerta secreta
que el tiempo abrió con silenciosa llave.

    Cerca del techo estaba la abertura:
muy pequeña, que nadie la veía.
Después de tantos años, ese día
volví a mi cuarto en pos de mi alma pura.

    Y cuando abrí la puerta con la llave
que sólo yo guardaba en mi llavero,
vi en mi cuarto un olivo verdadero,
y en una rama, allí, posada el ave.

    Había roto el árbol la maceta;
casi llegaba al techo; de tal modo
quería el árbol abarcarlo todo,
que se apropió la habitación  completa.

    Y salí de mi cuarto, redivivo:
hombre nuevo que hablaba un nuevo idioma;
ya podía entender a la paloma,
y leer en las hojas del olivo.

    Pero a nadie le dije mi secreto;
y , cada vez que me mató la vida,
la paloma me trajo, verdecida,
una hoja de olivo y un soneto.

    Y así resucité cientos de veces
donde unos hombres cantan y otros gimen.
ellos creían que ocultaba un crimen
en un cuarto de sordas lobregueces.

    Muchos hubieron de esquivar mi trato,
y hasta llegó a decirse que en mi estancia
retenía, por pura extravagancia,
de Dorian Gray el hórrido retrato.

    Yo me reí de todas esas cosas.
La eterna juventud me dio su fuente,
y los años pasaron por mi frente
como por un espejo mariposas.

    Y viviendo seguí como quien arde
sin consumir la perfumada hoguera,
y seguí yendo, cual la vez primera,
junto al árbol tenaz, mañana y tarde.

    Ya rompían el suelo sus  raíces;
Porque, por cada nuevo desengaño,
el  olivo crecía de año en año
prometiéndome días más felices.

    Esos días vendrán. Lo sé. Y ahora…
os digo mi secreto en poesía
Hoy no debo callar: vano seria,
porque mañana  os lo dirá la aurora.

    El árbol romperá, con fuertes brazos,
ventanas y paredes, puerta y techo,
y todos los veréis, alto y derecho,
erguirse sobre inútiles pedazos.

    Y su sombra os dará, caritativo:
árbol de paz, sabiduría y gloria;
y guardaréis por siempre en la memoria
la historia del poeta y el olivo.
EL FARO 


En medio del mar era un faro: un faro en la roca desierta;
y dentro del faro otro faro: mi triste pupila despierta.
El viento nocturno invocaba las cosas que nadie conoce.
El viejo reloj en el faro sombrío marcaba las doce.

Las olas medían el faro con vara de saltos violentos:
-las olas, que nunca han medido la hondura de mis sentimientos.
Y yo, con la pluma en la mano, sentado a mi negro pupitre,
quería captar el mensaje cifrado en espuma y salitre.

De pronto escuché la sirena profunda y serena de un barco.
Quedé pensativo un momento; mis nervios, cual flecha en el arco.
¡Yo bien conocía el lamento por nadie jamás percibido!
¡Gemido que hablaba de muerte, de amor, de dolor y de olvido!

Entonces, cerrando los ojos, sentí como etéreo contacto;
y abriéndolos luego, me dije: "Aquí todo encuéntrese intacto,
igual que cuando ella vivía". Y esclavo de cruel espejismo,
me dije también: "¡Todo intacto, mi amor, pues mi amor es el mismo!"

Después, recordando la fecha, fatídica y fúnebre fecha,
me puse a entonar, por el faro, febril y fantástica endecha:
"Hoy hace siete años, mi amada, pues hoy como ayer me lo advierte
la triste y serena sirena del barco invisible: la muerte."

Busqué, ya en silencio, tu imagen: ¡no vi tu retrato en el marco!
Mi rostro busqué en el espejo… ¡y allí reflejábase el barco!
El barco tenía siniestras banderas que fueron mortajas.
¡Oh noche en que por vez primera vi el barco invisible en que viajas!

El barco pasó frente al faro. Lo vi detenerse allí enfrente.
Lo vi, mas no ya en el espejo, ni en sueños que forja la mente.
Lo vio mi pupila de faro: mi triste pupila despierta.
Y frente por frente quedaron el barco y la roca desierta.

Un coro surgió de ese barco. ¡Oh mística música en calma!
Y yo entre las voces del buque buscaba la voz de tu alma.
No sé cuánto tiempo, o si el Tiempo también o tampoco existía.
Mas yo te esperaba, lo mismo que los moribundos el Día.

Y en vano mi vieja ventana se abría en el viento por verte.
El viento tenía la misma figura inmortal de la Muerte.
El viento nocturno, que hablaba de cosas que nadie conoce.
¡Y el viejo reloj en el faro seguía marcando las doce!

¡Ah, cómo llegar hasta el buque…yo, solo, en la roca desierta!
¡Ah, cómo llegar si se había parado la Hora en mi puerta!
¡Y tú, de azucenas y lirios vestida en el fúnebre barco!
¡Y yo, ya sin rostro ni espejo, aquí, junto al hueco de un marco!

Aquí, siempre aquí… ¡ya por siempre! Y tú siempre allá, sin que un roce
de besos y alas nos junte. El viejo reloj da las doce.
El buque encalló frente al faro… y el Faro soy yo, Faro infausto
en donde hoy arrastra cadenas de penas mi espíritu exhausto.

Y el mar da con furia en el Faro. No fulge en mi fiebre la aurora.
Oyéndose sigue la aciaga serena sirena sonora.
En medio del mar sigue el Faro – el Faro en la Roca Desierta-,
y aún sigue girando en el Faro mi triste pupila ya muerta.







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  HOMENAJES

  Luis Angel Casas

  Para La Peregrina Magazine
  Notas biográficas y compilación de material: María Eugenia Caseiro


Luis Ángel Casas: La Habana, Cuba, 1928. Poeta, narrador, académico y declamador grandilocuente, cuya candidatura al Premio Nóbel de Literatura fue aceptada de manera oficial por la Academia Sueca en 1994. Es miembro de la Academia Cubana de la Lengua; miembro de la Real Academia Española; de la Academia Internacional de Letras, Ciencias y Artes, Nápoles, Italia; y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

Prolífico autor cuyas cualidades excepcionales ha demostrado desde temprana edad, su pluma ha alcanzado la excelencia tanto en su obra poética como en la narrativa, motivo por el que ha conseguido elogios de los críticos más renombrados de su tiempo, de grandes figuras literarias, de diarios y revistas, y alcanzado fama tanto nacional como internacionalmente hasta el punto de ser destacado por el Miami Herald en 1990 como best seller refiriéndose a su libro Trece cuentos nerviosos con prólogo Gustavo Galo Herrero.

No sólo el poeta y escritor dejan constancia viva en la obra de Luis Ángel Casas, entre las que se encuentran el best seller antes citado y muchos otros trabajos que pueden leerse en su hoja curricular, sino el hombre entregado a una pasión, como la de encontrar vías de accesibilidad dentro del plano literario que conduzcan al lector a reparar en la riqueza de nuestra lengua y hacer de ella un elemento aún más distintivo a la vista de todos. Este hombre que ha sido capaz de allanar el camino tanto a sus contemporáneos como a sus sucesores, desbrozado de manera que puedan transitarlo entregados, como él lo ha hecho en su momento, a atisbar sobre nuevos horizontes, hoy vive con la tranquilidad de haber dejado las bases sentadas para ello. Autor de la única "versión rítmica" de El Cuervo, de Poe, y de la única "versión homófona" de Las Campanas, también de Poe, que se tenían por imposibles de lograr, Luis Angel Casas también logró el hexámetro perfecto en español, algo que se tenía por imposible; es el creador de la rima potencial, y entre otros muchos logros que cuentan en su haber, ha logrado demostrar, teórica y prácticamente, en sus estudios sobre la cantidad prosódica española y en los versos que ha escrito en versificación cuantitativa, la existencia de verdaderas sílabas largas y breves en castellano.

Autor de una obra de gran volumen, ha sido considerado el precursor de Borges en la narrativa hispanoamericana del siglo XX. De un preciosismo seductor, tanto poético como narrativo, su obra total es aún en gran medida inédita. El maestro Casas, que ha alcanzado la gloriosa senectud de la que hablaba Platón en su diario, con todas y cada una de las cualidades enunciadas allí por el gran filósofo, aún mantiene intacta la ilusión de la escritura, la llama del arte, la pasión por lo creado, la devoción por el descubrimiento de lo que aún falta por develarse y la divina creencia en la inmortalidad del hombre en su obra.

Narrativas como Los músicos de la muerte (novela histórico-filosófica); Trece cuentos nerviosos - Narraciones burlescas y diabólicas; Cuentos para la Medianoche, y poesía como La palabra poética (discurso de ingreso en la  Academia Cubana de la Lengua, 70 octavas reales), El Mesías o La epopeya de los tiempos, La tiniebla infinita, Pepe del Mar y otros poemas, El Genio Burlón y otros poemas, han venido publicándose tanto en Cuba como en Estados Unidos, México y España.

Una muestra de lo que ha sido la catalogación de su obra por parte de la crítica se halla latente en las siguientes palabras, que pueden consultarse en su Currículum Vitae anexo a la presente entrega:    
 
Pepe del Mar, ha sido calificado como "la poesía más musical de la pasada centuria"; a  su poema El Olivo, se le acreditó en juicio "el poema del siglo". De La palabra poética, se ha dicho: "es la más apasionada defensa de la cultura occidental". La epopeya de los tiempos, fue llamada "Patrimonio de la Cristiandad" y "la obra cumbre del siglo XX".

A continuación una pequeña muestra de la obra de Luis Ángel Casas: