Recuperación violenta del seno
donde sangra la lechuza



Fue en el verano del 2006 cuando perdí el gato
y bajo la lluvia busqué su maullido.
En el bosque normando, envuelta en sombras,
deposité un platillo de leche y vigilé
siete noches seguidas a la vieja de la casona.
Pongo a consideración mi caso:
es en el lado izquierdo que el vaso roto invoca
a la escama que desciende al pie
y me brusca el vientre donde escarban hormigas.
Yo tuve un hombre,
nada le era suyo,
le inventé del gemido
hasta el poro que cierra.
Pero tuvo éxito, engranaba
palabras zurcía la creencia.
Durante años fui su puta
me inventé humana
y nada me pertenecía
-del aire hasta el pulmón-
sonaba hueco.
Pero tuve éxito: colmé
el exceso y la demencia.
No le faltaría razón: el resto ha sido
de una humillación tremenda.
Estoy dispuesta a emprender el mismo viaje
aunque el viento barra las callejuelas
y oculte al animal en cualquier parte.


Margarita García Alonso


La Peregrina Magazine (c) 2011