Hallazgo en una caverna de Liverpool

La noche existe en Liverpool para que Diógenes encuentre la humanidad
en una caverna.
Las bombas nazis legaron un pentagrama de silencio en las faldas de las muchachas.
Twist and shout. (Twist and shouts)* …
El whiskey, el humo verde, los chicos con sus melenas, el orgasmo, que cabalga y
cabalga como una sinfonía que escuchan las estrellas.
El viejo Churchill luchó por este ruido en la caverna,
por esta paz que deja el estruendo de otra bomba nazi en Trafalgar Square.
Twist and shout. (Twist and shouts)…
Queríamos una revolución e hicimos una revolución:
la libertad tiene ahora el rostro de una caverna.
El eterno retorno, querido Nietzsche, se cumplió tu sentencia:
la humanidad vuelve a nacer en una caverna.
Se ha apagado la oscuridad en Buckingham palace:
Elizabeth II baila Rock and Roll en Buckingham palace.
Twist and shout. (Twist and shouts)…
Queríamos una revolución e hicimos una revolución
de cuerdas y lienzos.
El Financial Times anuncia: “Cuatro chicos de Liverpool conquistan el mundo”.
Y el viejo Churchill sonríe porque ya se puede morir.
Twist and shout. (Twist and shouts)…



Caligrama en la tumba de Apollinaire

Acaso porque para ti todo tiempo presente siempre fue mejor,
sobre tu tumba siguen germinando tulipanes de piedra.
Tus caligramas son los pasos que ya dejaron una huella
en el camino que ha de venir.
Tus caligramas ruedan hasta alcanzar el nacimiento de otro lector.

Bebes coñac en Montparnasse, junto a Picasso y Braque,
para que un día Breton nazca con tus pies
y ese epígono le cercene un ojo al perro andaluz.
Te comes la manzana y fundas una zona,
la semilla trashumante de una eclosión.

Qué importa, Tiresias, que no te sirvan los ojos,
si eres el único vidente que, desde su tiempo, toca
la consagración letrada de unas tetas,
con las que desnudo otra noche en mi ordenador.

Haber nacido en Roma y ser ciudadano francés,
para que venga a matarme la gripe española;
¿acaso porque para mí todo tiempo presente siempre fue mejor?

Te burlaste de la muerte, Guillermo.
Alguien quiso ofrendarte un epitafio,
pero desistió ante estos tulipanes de piedra
que, sobre tu tumba, nunca han dejado de germinar.

Joaquín Galvez


Biografía