​Nada es igual sin embargo todo es lo mismo mañana los árboles estarán en el otoño las hojas morirán para nacer nuevamente se repetirán los ciclos de la existencia cósmica pocas cosas cambiarán hoy mezclo pigmentos y palabras como en el pasado cuando nació la virgen con su niño arqueado lo he sabido desde siempre lo he visto al mirar a un punto fijo y el tercer ojo se abre a las indagaciones eso lo aprendí con una compañera asiática del college que me invitaba a las clases de meditación en la playa su gran drama era el lesbianismo reprimido estuvo así por algunos años hasta que apareció Annabelle una francesa que hablaba cantonés y cantaba la vie en rose con la ceja izquierda levantada mi amiga se entregó al frenesí de la pasión se enfrentó a sus padres y cuando le prohibieron las salidas nocturnas llegó al punto en que la sacaron a empujones de la casa dejaron de hablarle ella se rapó la cabeza y pasaba frente a su antiguo hogar en el Valle de San Fernando conduciendo el convertible de Annabelle sus hermanos pequeños le tiraban huevos y los padres cerraban las ventanas a cal y canto yo le decía que ese no era el método podía hacerles entender su identidad pero de nada sirvió poco después se enteró que decían al vecindario que ella era adoptada se parapetaban detrás de la muralla del desconcierto y el prejuicio la madre lloraba todas las noches salían ríos de aguas muertas por debajo de la puerta mi amiga decidió olvidar que tenía familia aprender francés irse a vivir con Annabelle aceptar a su gato que extrañamente se vengaba de su presencia cagándole los zapatos como yo decía al principio todo se repite mi amiga un día se cansó de no entender la letra de la vie en rose al final nunca aprendió francés las trastadas del gato la fueron alimentando poco a poco de una cólera sorda y ciega de pronto se vio regresando al karma de la fatalidad no se por qué la gente desaparece sin despedirse ella también desapareció llegué a pensar que se había suicidado pero un día la vi en el Buddhist Temple de Echo Park estaba allí con su familia sus ojos reflejaban un extraño sosiego por supuesto que me vio pero agachó la cabeza la resignación a veces tiene rostro de santidad.



Carmen Karin Aldrey
(De su libro inédito "California")
Foto: c.k.a.​​



​​​​​​​​Carmen Karin Aldrey. Preston, Provincia de Holguín, 1950. Artista plástica y poeta. Graduada de College en la especialidad de Turismo en la ciudad de Los Angeles, California, donde también tomó clases de pintura. Ha colaborado en diferentes publicaciones electrónicas e impresas. Editora de La Peregrina Magazine. Ha publicado los poemarios Aceite (Linden Lane Press, 2011) con 19 ilustraciones a color de su obra plástica y Noctibus (Linden Lane Press, 2012). Reside en la ciudad de Miami.



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