El verano sabe

A propósito de la balada
The Summer Knows,
                                                                                                de Michel Legrand



La armónica de Toots Thielemans
me recuerda dulcemente
que el verano sabe.

Sabe, por ejemplo,
interpretar los misteriosos caprichos
del trópico.
Sabe
aspirar el calcinante aliento
de las brisas de sombra,
descifrar el código,
los signos ocultos
de las ramas de palma.

El verano sabe bien
que las pasiones no nacen sino del fuego,
que el sudor es virtud y no fastidio.
Conoce el verano
los mecanismos de la luz,
las aguas,
la fatiga.

Del amor sólo sabe, sin embargo,
que los vientres tienden a adherirse,
que las piernas están hechas
para trenzarse, y que la lengua
es un vicio de mil noches.

El verano sabe, amiga mía,
que cuando mi mano se desliza
y sube por tu blanco muslo de seda
para encontrar tu humedad,
la hora ha llegado
de desatar los truenos,
la lluvia,
los dieciséis célebres segundos
de deliciosa tempestad.



Carlos Verdecia, 2001




Carlos Verdecia. La Habana, 1935. Periodista, escritor y poeta. Fue periodista por trece años en The Miami Herald, Director del Nuevo Herald  y Profesor de Periodismo en Florida International University. Ha publicado La escalera de incendios (1995) y Conversación con Heberto Padilla (1992). Tiene en proceso de publicación Balada de jazz en La Habana (novela) y A oscuras en la habitación (cuentos).

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