Odette Alonso
Armando Chávez Rivera


¿Qué condiciones familiares, de infancia o estudios influyeron en los comienzos de su vida intelectual? ¿Recuerda un momento específico de "iniciación"?

Yo provengo de una familia de maestros por ambas ramas, en todos los casos, dedicados a la enseñanza de las humanidades. Mi madre y mi abuela siempre fueron grandes lectoras, mucho más de lo que pueda serlo yo, incluso ahora. Mi abuela materna, que nunca salió de Cuba, decía que ella había viajado todo el mundo leyendo a Blasco Ibáñez. A pesar de ello, mi vocación estuvo orientada hacia otros terrenos hasta que, cuando cursaba el onceno grado, mi profesor de literatura universal, sin proponérselo, sin imaginárselo siquiera, me señaló el camino hacia las letras. Yo misma no sé explicar cómo ni por qué se produjo esa definición. Por esa misma época escribí mis primeros poemas a quien fuera tal vez mi primer amor "en serio"; eran unos versos rimados en cuartetas, que ahora lamento haber destruido. Cuando estudiaba la carrera de Filología en la Universidad de Oriente, escribía en las últimas hojas de los cuadernos algo que parecían poemas y medía cuán aburrida era cada asignatura en dependencia de cuántas hojas se llenaban de versos al final de las libretas. Pero todos no son más que antecedentes. El momento de la "iniciación" ocurrió, sin dudas, en 1986 cuando me incorporé al taller literario que encabezaba Aida Bahr en Santiago de Cuba. Allí, en los corredores de la casa que vio nacer a José María Heredia, aprendí a convivir con otros muchachos de mi edad (unos veintitantos años) que entonces iniciaban también su carrera literaria. Allí me acerqué a los estilos, los enfoques y los temas "de moda" en la literatura de finales de los '80. Entre ellos aprendí un tipo de valentía y honestidad que era muy difícil practicar entonces y ahora: decir las cosas por su nombre, asumiendo la responsabilidad y sin miedo a las consecuencias.

¿Cuándo y dónde difundió sus obras por primera vez? ¿Qué temas considera que han sido constantes en su labor creativa?


Los primeros poemas salieron en revistas como Alma Mater o en el tabloide Perfil de Santiago , suplemento cultural del periódico Sierra Maestra de Santiago de Cuba. En 1986 gané el premio "13 de Marzo" de crítica periodística con un libro de reseñas culturales que se llamó Criterios al pie de la obra y que fue publicado por la Universidad de La Habana. Pero la salida de mis primeros libros de poemas fue el verdadero inicio en firme de mi carrera: Enigma de la sed , se publicó en 1989 por Ediciones Caserón, de la UNEAC de Santiago, e Historias para el desayuno ganó el premio de poesía "Adelaida del Mármol" y salió por Ediciones Holguín ese mismo año. Los temas tal vez podrían ser enlistados mejor por un estudioso que por mí misma, pero supongo que deben haber sido el amor y el desamor, las preocupaciones sociales y políticas, las diferencias que implican otros modos de vida.

¿Cuál es el proceso de preparación de una obra, las condiciones necesarias, los obstáculos mayores, los momentos definidos de su "rutina" creativa?

Proceso de preparación suena muy rígido, como si fuera una obra arquitectónica prediseñada. Fiel esperadora de la inspiración, escribo exclusivamente cuando llega "la musa", ese suceso tan similar a la magia en el que pierdo de algún modo el control consciente de mi pensamiento. Es una especie de trance, de posesión, como si recibiera un dictado externo, subconsciente. No hay condiciones preestablecidas para ello; muchas veces las ideas me asaltan en los momentos más inconvenientes y me veo en la obligación de anotarlas en una agenda, en una servilleta, en las hojas finales de algún libro, en lo que tenga a mano. Estas situaciones son más frecuentes en la poesía, pero no exclusivas de ella. En el caso de la narrativa, aunque las ideas iniciales llegan de la misma manera, como un chispazo, como una especie de alucinación, requieren de mucho más tiempo, meses incluso, para volverse obra. En ese caso también suele ocurrir que las ideas iniciales se transforman, como llevadas por ese mismo impulso subconsciente, en el transcurso de la escritura y las sucesivas revisiones. Ah, porque eso sí: como soy obsesiva con la perfección, tanto los poemas como los cuentos son revisados infinidad de veces, tanto en el transcurso de la creación como posteriormente. Acabo de volver a revisar para una edición en España Enigma de la sed e Historias para el desayuno , libros de 1989, y he rescrito varios poemas. Esa compilación se llama Cuando la lluvia cesa y fue publicada por Ediciones Torremozas, de Madrid.

¿Para qué público trabaja? ¿Cuál sería su público ideal? ¿En qué espacios ha difundido su obra? ¿Cómo han sido sus relaciones con el mercado?

No trabajo para ningún público en específico. Cuando escribo no pienso en quién me va a leer; de algún modo supongo que alguien me leerá y, en todo caso, sería el lector quien debiera plantearse si debe o no hacerlo. Sin embargo, exhibicionista al fin y al cabo, mi público ideal sería todo el público, Sin restricción. Eso me haría muy feliz: saber que mucha gente me lee.

He difundido mi obra donde he podido: en libros y plaquetas, antologías, revistas, periódicos, páginas web, lecturas y recitales. Sin embargo, mis relaciones con el mercado han sido fatales hasta ahora, sobre todo porque generalmente mi poesía aparece en ediciones limitadas, de pocos ejemplares, editadas por sellos también pequeños, casi artesanales, no muy vinculados a la gran industria nacional e internacional del libro. Ahora mismo tengo terminados dos libros de cuentos y un poemario y no tengo la menor idea de qué hacer con ellos.


¿Le interesa la opinión de la crítica? ¿Hay algunas que escuche con mayor interés? ¿Establecería algún vínculo entre calidad de la obra, atención de la crítica, difusión, éxito de público?

Me interesan las opiniones críticas, pero no incorporo incondicionalmente sus sugerencias a mi obra. Por ejemplo, me gusta que algunas personas (generalmente amigos) lean mis cuentos y me hagan notar sus consideraciones. Esas revisiones ayudan a pulir los textos, a corregir detalles que pueden haberse escabullido u ocultado aprovechándose del entusiasmo que supone la creación.

Esa cadena de que me hablas en la última pregunta se ve muy afectada en los últimos tiempos por los agentes literarios. Ellos son los intermediarios entre los intereses de las editoriales (fundamentalmente económicos) y los autores. El asunto del dinero y las ganancias suele llevar a una merma de la calidad en favor de la aceptación mayoritaria y eso es fatal. Los temas sexuales y las tramas de intriga, los best sellers de superación personal y esoterismo, pueden ilustrar mucho en este punto. O sea que la calidad de la obra no te garantiza, necesariamente, la atención de la crítica, la difusión o el éxito de público. Pero yo creo que eso ha sido así toda la vida, en todas las épocas, porque el nivel cultural y los intereses de la mayoría de los lectores no están en el mismo escaño que el de los escritores de alto vuelo. En todas las épocas, muy poca gente ha leído a los clásicos.


¿Puede vivir usted de su obra? ¿Cómo ha podido sostenerse económicamente?

Por supuesto que no. ¿Conoces a alguien que pueda vivir de su obra? Digo, exceptuando las grandes luminarias. Para sostenerme económicamente he tenido que trabajar en varios lugares, gracias a Dios casi todos relacionados con el mundo editorial. Actualmente soy editora de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El hecho de vivir fuera de Cuba ¿cómo gravita emocionalmente sobre usted? ¿Podría revelarnos sus recuerdos, nostalgias, que nos ayuden a imaginar cómo mira sentimentalmente hacia la Isla?

Es un puente que no se rompe. Allá está mi familia y tengo buenos amigos. Allá están La Habana y el Malecón y cosas que uno no puede olvidar porque forman parte de la vida. Y todos los días del mundo recibe uno noticias de allá. Pero, en mi caso, los hilos con la isla no son enfermizos ni idealizantes. Algunos días extraño a mi familia y se me aprieta en el pecho esa cosa que es la nostalgia, otros días recuerdo a mis amigos y releo sus libros y les escribo, pero el resto del tiempo vivo inmersa en mi inmediatez y preocupada por las cosas más cercanas. Como buena acuariana, siempre he estado muy pendiente de los movimientos sociales que ocurren a mi alrededor, de entender las cuestiones políticas que perfilan el entorno, de familiarizarme con las variantes culturales de los que me rodean, de conocer mi realidad, el mundo en que me muevo y esa característica ha hecho que me inserte muy bien en el ambiente mexicano. Yo no vivo sufriendo por Cuba. Cuba me duele muchas veces, pero no es una obsesión. Otras veces, muchas, no comprendo a Cuba.

¿Qué pudo haber quedado suprimido, transformado o erosionado de su sentido de identidad personal como cubano, por la distancia geográfica, el tiempo, las vicisitudes o la voluntad personal?

Quedó suprimido, de primera instancia, el contacto con el público y la crítica naturales, que conocieron mis primeras obras y que estaban siendo testigos de su evolución. Quedó erosionada, transformada, la pertenencia a una comunidad intelectual en la que había un constante intercambio y enriquecimiento; aquí en México, el mundo intelectual es un coto cerrado en el que difícilmente se deja penetrar a un extranjero. En cuanto a la "identidad personal como cubano" tendría que preguntarte qué entiendes tú por ese término e invertir el sentido de la entrevista. ¿Qué es la identidad de cubano? Mi identidad como ser humano es ser fiel a mí misma, no autoengañarme, no traicionarme, no forzarme a hacer o a decir lo que no quiero o lo que no creo, respetar a los demás y no cuestionarles sus respectivas "identidades". Mi identidad como cubana no creo que diste mucho de esos criterios, ¿o cuál debe ser? ¿Que me guste el quimbombó, bailar guaguancó, tomar ron sin refresco, hablar como habanera y templar a toda hora y con cualquiera? ¿Por qué no se cuestiona, me pregunto yo, el "sentido de identidad personal como cubano" de quienes viven en Cuba, aunque estudien en la Alianza Francesa, vayan al ballet y hablen con todas las "eses"?

Cuándo piensa y habla sobre Cuba, ¿cuáles son sus temas recurrentes, las motivaciones, las inquietudes fundamentales?

Dos de mis principales inquietudes son cómo pueden añorar los cubanos que viven fuera un lugar donde, según sus propios decires, la pasaban tan mal (al menos los nacidos después del 50) y por qué no se regresan a Cuba si tan desadaptados se sienten en sus nuevos asientos y tanto añoran la isla. Mientras los que viven en la isla se pasan la vida soñando con nuevos horizontes que no los limiten, como soñábamos nosotros cuando vivíamos allá y por eso nos fuimos, ¿por qué los que estamos "de este lado" limitamos nuestra vida y nuestros horizontes a la culpa eterna de habernos alejado de la Isla? ¿Por qué los cubanos tenemos tanta necesidad de decir constantemente que somos los mejores en todo y que las cosas sólo están bien si se hacen como se harían en Cuba? ¿Por qué somos tan intolerantes, tan intransigentes, tan cáusticos cuando se trata de criticar a los demás? ¿Por qué no podemos reconocer, aunque sea algunas veces, que no siempre tenemos la razón? ¿Por qué mientras criticamos a los otros y decimos lo comemierdas que son y enarbolamos nuestra valentía como pueblo, seguimos soportando sin hacer nada una tiranía de más de cuatro décadas? ¿Por qué no vemos que también fuimos la última colonia que se liberó de España? ¿Por qué no miramos un poco alrededor, desapasionadamente, y tratamos de aprender algo de los demás o, al menos, de analizar las cosas sin gritos ni aspavientos?

¿Para su obra y vida intelectual cuáles han sido los provechos, contratiempos o sacrificios de haber salido de Cuba? ¿Cómo ha influido en su obra que usted viva en otra comunidad cultural, intelectual y/o lingüística? ¿Esta situación ha estado en conflicto con la labor creativa o ha contribuido a enriquecerla?

Creo que el hecho de vivir en México y haberme integrado de algún modo a esta cultura me ha permitido abrir un nuevo horizonte en mi obra. Hace unas semanas me comentaba una amiga cubana, crítica e investigadora literaria, que le preocupaba el hecho de que yo escribiera cuentos referidos a la realidad mexicana, incluyendo giros idiomáticos ajenos a Cuba. Me decía que eso podía afectar mi identidad cultural y mi relación con el mercado cubano. Le respondí que, como escritora, no podía cerrarme la posibilidad de atender e incorporar nuevas inquietudes humanas, aunque no fueran las de nuestros compatriotas. Que a mí realmente no me preocupaba porque como mismo escribía cuentos que tratan asuntos mexicanos, también escribía otros con asuntos cubanos y que la incorporación de giros idiomáticos regionales respondía sencillamente al hecho de que, de ningún modo, podía poner a un personaje mexicano a hablar como cubano. Le decía que la creación no tiene nacionalidad, que es un don que les da Dios o la naturaleza a determinadas personas y que muy estúpido sería uno si no lo aprovechaba en toda su extensión. De qué me serviría haber vivido en este país si no pudiera incorporar a mi obra las cosas que aquí he vivido, sufrido, gozado y aprendido. O sea que este es un asunto que les preocupa más a los otros que a mí misma; yo estoy muy feliz de poder tratar temas mexicanos, cubanos o de gente de cualquier nacionalidad, ya que son esencialmente universales. Y para recrearlos usaré los instrumentos que mejor vengan al cuento o la obra en particular. No hay ninguna traición en ello.

¿Cómo considera que la emigración y el exilio están presentes en su obra y en la de su generación?

En algunos poemas está presente el exilio como tema. Tanto el exilio concebido como la estancia fuera del lugar original como las razones que lo provocaron y algunas posibles consecuencias. En los de mi generación, de la parte de mi generación que estamos fuera de Cuba, supongo que también. Y no sólo en mi generación, sino en todos los escritores y artistas cubanos que viven en otras tierras. Como en los artistas y creadores de cualquier otro país que viven fuera de él; ése no es un fenómeno exclusivamente cubano.

¿Cómo se mantiene al tanto de la labor intelectual de cubanos radicados fuera de Cuba? ¿Qué escritores y obras le interesan especialmente? ¿A partir de qué aspectos podríamos entenderla como una comunidad?

A través de los correos de los amigos, de boletines y páginas culturales en internet, de revisas tradicionales (en papel), de mil medios. Me interesan todos los escritores, realmente no discrimino en este aspecto. Aunque, lógicamente, hago énfasis en la calidad, porque hay mucha gente que se llama escritor en el exilio y no lo es.

La palabra "comunidad" implica una comunión, cosas comunes. Sería interesante plantearse qué cosas comunes tiene la supuesta "comunidad cubana". Vista desde Cuba, tal vez la única comunidad es vivir fuera de la isla. Vista desde afuera, también es esa la primera cuestión común, pero qué otras comuniones pueden existir entre grupos de personas que se asentaron en lugares muy distintos y sobreviven insertos de algún modo en muy distintas sociedades y culturas. Hace un par de días, en un artículo que trata específicamente sobre los cubanos en México, decía yo que tal vez no era correcto hablar de comunidad sino de islas comunicadas por puentes, como una especie de archipiélago. Y si así funciona entre el grupo de cubanos que se asentó en un mismo país y comparte condiciones similares, no me sería extraño que sucediera también en un ámbito más general. Por ejemplo, los cubanos de Miami, la que pudiera considerarse la gran comunidad, están divididos entre los radicales, los mesurados que abogan por el diálogo y aquellos a los que no les importan mucho esas cosas y se dedican a vivir. No creo, por ejemplo, que los radicales de Miami, los del exilio histórico, tengan ningún interés en incorporar a "su comunidad" a los que residimos en México, injustamente considerados por ellos como traidores, taimados e informantes al servicio del gobierno cubano. Cuando no hay una voluntad de integración, una comunidad de intereses (y no las hay en el exilio cubano), no sé hasta qué punto pueda hablarse de comunidad. A no ser que se considerara comunidad a un grupo de personas a las que les gusta, por lo general, el arroz con frijoles y los plátanos fritos, ¿comprendes?


Diversos intelectuales opinan que la cultura cubana es una sola, sea generada por quienes están dentro o fuera de la Isla. ¿Cuál es su opinión al respecto? Si usted considera que es una sola, ¿en qué aspectos opina que se establece esa unidad y sus diferencias?

La cultura cubana es una, efectivamente. El exilio y sus vicisitudes deberían ser considerados un tema más en la amplia gama de asuntos que trate el cuerpo general de la literatura nacional. Pero, a los efectos académicos o investigativos, valdría la pena definir previamente los límites de la "cultura cubana". Por ejemplo, cabría preguntarse: ¿son "escritores cubanos" todos los residentes fuera de la isla pero nacidos en Cuba o sólo aquéllos que traten temas relacionados con Cuba?, ¿cómo considerar a los nacidos y residentes en Cuba que escriban sobre otras realidades?, ¿cómo considerar a los descendientes de cubanos (digamos, los cubano-americanos), escriban o no sobre la isla?, ¿son "escritores cubanos" aun aquéllos que escriban en otros idiomas y no puedan ser leídos en Cuba si no hay traducciones?, ¿y los que escriben en otros idiomas sobre Cuba, aunque no sean cubanos? Un ejemplo reciente: Mayra Montero ha declarado a la prensa que ella se siente puertorriqueña y no cubana, ¿cómo considerar ese caso, aun cuando haya escrito novelas ubicadas en escenario cubano? Yo, por ejemplo, tengo una serie de cuentos ambientados absolutamente en México (sitios geográficos, variante idiomática, aspectos idiosincráticos de los personajes) y otra serie de cuentos muy cubanos, ¿cómo considerarme entonces: escritora cubana o no? ¿A veces cubana y a veces no? Este es, pues, un tema complejo que tendrán que definirlo los críticos. A mí no me preocupa demasiado. O tal vez me confunde tanto que prefiero no enredarme.

¿Cree que los intelectuales cubanos establecidos fuera de la Isla, pueden hacer o deben plantearse alguna contribución para el desarrollo actual y futuro del país? ¿Cree que los que están dentro de la Isla pueden o deben hacer algo específicamente en ese sentido?

Los intelectuales cubanos establecidos fuera de la isla, al menos los que yo conozco, se pasan la vida, entregan su tranquilidad y su sosiego a contribuir al desarrollo actual y futuro de aquel país en el que pareciera que viven, de tan vinculados que están a él. En primer lugar, las remesas de dinero que se envían a los familiares son la primera industria del país. En segundo, fuera de Cuba hay una nutrida red de publicaciones, editoriales e instituciones llevadas por cubanos o dedicadas a estudios sobre la isla que generan toda una serie de proyectos creativos, financiamientos, congresos internacionales, encuentros de artistas y de pensadores, que aglutinan en fin, y su mirada siempre está puesta en la isla, en su futuro y su presente. Si eso fuera poco, buena parte de los intelectuales exiliados, incluso radicados en los mismísimos Estados Unidos, mantienen relación, más o menos directa, con los escritores e intelectuales que viven en la isla y, en ocasiones, hasta con la UNEAC, el Ministerio de Cultura y otros organismos, o publican en revistas y editoriales cubanas, presentan sus libros allá, ofrecen recitales y lecturas cuando visitan la Isla, en fin... Si eso no es colaborar con el presente y el futuro, no sé qué pueda serlo.


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